sábado, 10 de diciembre de 2022

El amor de Dios



Todos sabemos que Dios nos ama. No solamente nos ama, Él es amor; y no solamente ÉL es amor, le gusta AMAR y no solamente le gusta amar, lo hace incondicionalmente. 

Es de saber que este amor no se atribuye a posesiones materiales, sentimientos y emociones temporales como tal conocemos en este mundo. Este (el amor de Dios) es el perfecto y verdadero amor. ¿Y cómo lo sabes?

Dios lo ha demostrado con evidencias increíblemente excepcional y sorprendente para nuestro mundo. El aceptó dar a Su Hijo único “JESÚS” a morir para que vivamos (1 Juan 4:9-10).  Mientras que nosotros ni una gota de sangre estamos dispuesto a dar el banco de sangre cercano para un desconocido. Mas Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8). El no murió por los justos y santos, murió por los pecadores y así vuelven a ser justos y santos. 
Creo que esta evidencia es suficiente; y por si acaso puedes regalarte un poco de tiempo para contemplar la naturaleza cada día, la formación hasta el nacimiento de un bebe, etc. son muestras del amor de Dios.

Dios nos ama primero, no nos ama porque le amamos. Él es la fuente del amor, de el proviene todo amor. Dios nos ama incondicionalmente, sea creyente o no, bueno o malo. No hay un pre-requisito para ser amado por él. Por eso tú y yo, estamos vivos y gozando de sus abundantes bendiciones. Eso sí, el que cree en Dios, tiene y tendrá cosas que jamás el mundo puede dar.
Dios no necesita que seas bueno o perfecto para venir a él, al contrario, el camino para ser bueno es venir a él.

No sé qué momentos estas pasando en tu vida, cómo han sido tus días últimamente, pero quiero que tú sepas que Dios te ama sobre y a pesar de todo. Y todo tiene un porqué, tal vez no es el momento de saberlo o puede ser que nunca lo sabremos. Pero Dios lo sabe. Y no olvides que tú no eres el único en tu proceso. ¡Busca a Dios para ayuda! 

"No necesitas ver para creer, pero si creer para ver"

¡Que Dios le bendiga!

domingo, 20 de noviembre de 2022

El circulo de la FE

 

La fe

"La fe es la garantía de lo que se espera,

la certeza de lo que no se ve" (Hebreos 11:1 NVI).


Una garantía es la seguridad de que una cosa va a suceder, realizarse o funcionar bien. Cuando estoy seguro de lo que va a suceder no me cuesta esperar. Muchos pensaban que la fe era algo irracional, subjetiva, basada en creencias y probabilidades. Pues la fe que nos habla la biblia, la que Dios desarrolla en nosotros es seguridad y certeza.

La certeza por su parte, es tener evidencia, convicción clara, segura y firme de la verdad o falsedad de algo. Para estar convencida hay que tener razones o justificaciones, y si tengo estas, implícitamente hago uso de la razón, del discernimiento, y por ende, de la conciencia.


La fe puede llegar a ser concientizada, donde no cabe lugar para ninguna duda. La fe consciente o concientizada no depende del uso de los sentidos. No necesita ver, oír, sentir ni tocar para creer. Aunque no viera dónde crucificaron a Jesús, ni dónde lo sepultaron; sé que vino, murió y resucitó.

La fe no es solamente creer es saber. Solamente tu sabes la relación y/o experiencia que has tenido con Jesús. Por ende, solamente tú tienes la evidencia de su grandeza, la certeza de su existencia. Entonces, tu fe pasa de lo subjetivo a lo objetivo, de la creencia a la conciencia.

 

Bueno, en esta ocasión no vamos a hablar de los tipos de fe (da clic para saber los tipos de FE), más bien de su proceso de desarrollo, los pasos que sigue para crecer.

He identificado 4 aspectos muy importantes en la formación de la fe, por decirlo así. Cuando una persona reúne estas cuatro condiciones o aspectos, entonces tiene FE y cuanto más se repita este proceso, más se aumentará su FE en Dios.



La fe se renueva y fortalece, y para ello se necesita reunir estas condiciones:


1.- OBEDIENCIA.  El primer eslabón de la cadena es obedecer. Sin ello es imposible hablar de la fe. La acción de obedecer es aquella en la que se acatan normas, órdenes, reglas y comportamientos. Es la subordinación de la voluntad a una autoridad.


Fue el primer salto de fe que dio Abraham al oír la voz de Dios. El no buscó consejo de otras personas, la aprobación de los miembros de su familia, no cuestionó el famoso “Cómo-Porqué-Cuándo-Dónde”; recibió una orden de Dios y obedeció. A pesar de lo difícil que podría ser dejar su zona de confort: su familia, su tierra, su amigos, sus costumbres y tradiciones; obedeció. Génesis 12:1-4


Obedecer no es sinónimo de creer y confiar en alguien o en lo que nos piden hacer.  A veces obedecemos por respeto o costumbre. Muchas veces hemos estado en situaciones llenas de incertidumbres, pero procedemos a obedecer para ver que pasa. Claro, no está mal. Así se aprende, así se gana la confianza al ver los resultados. 


Al dar ese primer salto, Abraham empezó con otro proceso “la confianza”. Obviamente no lo tenía al principio. Obedecer y confiar son diferentes. La confianza se gana. Pero sin intentar, sin arriesgarse, sin obedecer no se puede ganar confianza.


2.- CONFIANZA. El segundo eslabón de la cadena es confiar. Cuando obedecemos a Dios cosas maravillosas suceden, y estas últimas crean confianza. Dios nunca falla, siempre cumple sus promesas. El siempre busca lo bueno, agradable y justo para nosotros. El ser humano tiende a confiar según su(s) experiencia(s) previa(s).


Dios no dejó solo o desatendido a Abraham en el camino, Su presencia seguía apareciendo a Abraham, reafirmando sus promesas para con él. Génesis 12:7, 13:2


Abraham recibió una orden, obedeció y confió. Pero no era suficiente, había otra prueba que pasar, otro proceso para ser evaluado su fe “paciencia”.


Cuando confiamos no nos cuesta esperar porque sabemos que llegará el tiempo.


3.- PACIENCIA. El tercer eslabón de la cadena es esperar. La paciencia es la capacidad para perseverar la demora, los problemas, la oposición o el sufrimiento sin estar enojado, frustrado o ansioso.

Sin duda es el proceso más difícil cuando la confianza no es plena. Todos reprobamos ahí de alguna manera. Tendemos a acelerar las cosas a nuestra manera. A esquivar etapas, a cambiar procesos, a sustituir momentos, a huir, a prevenir, a proteger, a defendernos… hacer todo lo que está a nuestro alcance para ayudar a Dios. Llegue a entender que es por falta de confianza plena, aunque no lo creas. Quiero que sepas ¡Dios no nos pide ayuda, él sabe lo que hace!


No se le fue fácil tampoco a Abraham. La paciencia muchas veces lleva a tormentas, hambres, luchas y problemas de todo índole para poner a prueba nuestra confianza. Hubo mucho hambre, Abraham huyó a Egipto y no tenía órdenes para hacerlo. Más de 20 años esperando una promesa de multitud de descendientes sin tener un hijo. Mintió para protegerse, tratando de prevenir o ayudar a Dios. Génesis 12:10-13; 16:1-4; 20:2-11


A veces nuestras acciones alargan el proceso, es mejor esperar a Dios.


4.- PAZ. El cuarto eslabón es la Paz. No es el último porque la fe no es lineal, más bien es circular. Todos los procesos se repiten una y otra vez. Es como un círculo vicioso, una etapa lleva a otra, eso sí, con grado de dificultad diferente.

La paz no sólo es la ausencia de conflictos, es un estado de bienestar, tranquilidad, estabilidad y seguridad. 


El Salvador enseñó: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27; Filipenses 4:7).


Vivimos en un mundo donde todos buscamos la paz en el lugar equivocado y así creando conflictos en nosotros mismos. Tendré paz cuando tenga mucho dinero, una casa propia, un nuevo trabajo, mi propio negocio, cuando mis hijos salgan adelante, etc. La paz del mundo es efímera, dura poco tiempo.

 

Si confiamos en Jesús y sabemos esperar en él, tendremos paz. 


Tener la paz de Cristo es saber que:

  • Muchas son las aflicciones del justo, mas de todas ellas le libra Jehová (Salmos 34:19).

  • En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo (Juan 16:33)

  • Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará. (Vea las 26 promesas de Dios en el salmo 91)

  • La paz puede hallarse en cualquier circunstancia, incluso en medio de las pruebas, no tiene miedo.

  • El que hizo la promesa es fuertemente capaz de cumplirla.

  • Aquí en esta tierra, somos pasajeros. No es nuestra morada.

  • En Cristo tenemos vida eterna. Los que creemos en él no moriremos.

  • Nuestra paz no depende de lo que suceda en el exterior sino en el interior. Sabiendo que nuestro Dios es capaz de extenderla también a nuestros alrededores.


Abraham, después de pasar varias pruebas una y otra vez. Llegó a encontrarse la paz que es la cima de la fe. Tuvo tanta paz accedió a sacrificar a su hijo amado para Su Dios, porque supo que Dios proveerá (Génesis 22:1-8). La paz es una poderosa arma pero no se regala ni se vende, se trabaja. La paz es la demostración de la fe que tenemos en Cristo.



CONCLUSION


El círculo de la fe es todo un proceso bien armonizado, que se repite una y otra vez.

Dios nos pone a pruebas en lo pequeño, mediano y grande. Si obedecemos en lo pequeño, nos será tentado en cosas mayores. Abraham obedeció no una sola vez. Y las pruebas de obediencia de Abraham aumentaron cada vez. De dejar su pueblo y todo…a sacrificar el hijo de la promesa, por mencionar esas.


Cuando se reúnen estos 4 componentes se habla de FE.

Cuanto más obedecemos a la voz de Dios más confiaremos en Él, cuanto más confiamos en Dios más paciencia tendremos para con Él. Y por ende, cuanto más sabemos esperar a Dios más paces tendremos. Amén

 

Que el amor y la paz de Nuestro Señor Jesucristo estén con ustedes!

¡Bendiciones! 


viernes, 19 de agosto de 2022

El fruto del Espíritu Santo

 

El fruto de nueve partes

(Basado en Gálatas 5:22-24)

Antes de empezar quiero abrir un paréntesis sobre la diferencia entre fruta y fruto, ya que se menciona los dos conceptos en este artículo. Las frutas son frutos, pero no todos los frutos son frutas. Un fruto puede ser un beneficio, una ganancia o un resultado que se obtiene de algo. 

Si tecleas en Google, encontrarás varios títulos hablando de los frutos del Espíritu Santo. Algunos mencionan que son 9 y otros enumeran hasta 12 frutos con imágenes de distintas frutas. Pero ¿No será que están mal interpretando la palabra? 


 Fuente: imágenes de google


Un árbol no puede dar distintos frutos o frutas a la vez. Sea que dé manzanas o dé uvas, pero no las dos a la vez. De igual manera una fuente no puede brotar agua dulce y salado al mismo tiempo. Es antinatural que veas un árbol de mango produzca piña. De la misma manera el Espíritu Santo de Dios (valga la redundancia) no produce varios frutos o frutas como muchos lo creen. La Biblia lo precisa “El fruto del Espíritu Santo” en Gálatas 5:22 pero, aun así, muchos lo interpretan a sus maneras. 

El apóstol Pablo después de hablar sobre las obras o el fruto de la carne (v. 19-21), nos habla sobre el fruto del Espíritu Santo, donde menciona las siguientes 9 características del fruto que son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y autocontrol (v. 22-24). Repito la palabra no dice “Los frutos”, sino “el fruto”, (lo puedes leer en otros idiomas, verás que está siempre en singular) una sola cosa, un solo resultado, aunque este fruto contiene varias partes o características, cualidades, compartimientos, sabores… por decirlo así. Veamos la siguiente ilustración: 

Fuente: illustración propia

Imaginemos el fruto del Espíritu como una sandía que se divide en nueve partes o rebanadas iguales y, cada parte tiene un sabor diferente de una a otra. Cada una de las partes son necesarias para tener dicha fruta exótica de varios sabores. Si quitáramos algunas partes o la mínima parte que fuera, ya no tendríamos la fruta como tal. De la misma manera, el fruto del Espíritu necesita estar siempre completo, sin rebanadas faltantes o maltratadas. 

Vamos a analizar brevemente las 9 partes (sabores

1. Amor: El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad (1 corintios 13:4-7). El amor está en todas partes de la Biblia. Nuestro Señor Jesús dijo que: “El amor es el mandamiento más grande”, es el pilar de la vida cristiana. El amor es lo fundamental de Dios. (Mateo 22:34-40)
2. Gozo: El gozo o la alegría es un estado profundo y duradero de nuestra alma que ninguna circunstancia, acontecimiento o ser humano nos puede arrebatar. Es deleitarse en Dios y elegir regocijarse en todas las cosas. Esto no significa que siempre estemos de buen humor, pero podemos permanecer en un lugar inexplicable de satisfacción.
3. Paz: La paz es como un pozo profundo lleno de confianza en que Dios es quién es y que hará lo que dice que hará. La paz viene de descansar en las promesas de Dios. “La vida en Dios no es el tener inmunidad de los problemas, sino paz en dificultades”. 

4. Paciencia: Paciencia es esperar sin quejarse. La paciencia es exhibir calma en medio de situaciones estresantes. Es mostrar empatía hacia los demás cuando no están haciendo las cosas según nuestro estándar. Las personas pacientes no se enfadan, agitan ni muestran intolerancia con facilidad. La paciencia y la paz van a la mano.
5. Benignidad: La amabilidad es ser genuinamente amable con todos y cada uno. Asume que todas las personas merecen amabilidad sin importar las diferencias, puntos de vista o culturas. Vela por el bienestar de los demás y muestra compasión cuando es necesario. Las personas amables no muestran animosidad, mala voluntad o envidia hacia los demás. En otras palabras, es hacer el bien.
6. Bondad: La bondad es verdaderamente desear ayudar a los demás. Hace lo correcto y desafía a otras personas a hacer lo mismo, incluso si la conversación es incómoda. Es decente, honesto, moral, honorable, virtuoso y lleno de integridad. Las buenas personas no solo hacen lo correcto; hacen las cosas bien.

7. Fe: La fidelidad es ser confiable en nuestra relación con Dios y con los demás. La fidelidad posee una constancia y devoción en todas sus interacciones. Las personas fieles no son desleales ni frívolas con sus compromisos. La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Sin fe es imposible agradar a Dios. La fe va de la mano con el amor.
8. Mansedumbre: La mansedumbre es permitir que Dios trate con los demás para que no tengamos que tomar el asunto en nuestras propias manos. Se ha dicho que la mansedumbre es la gracia del alma. Ser gentil no significa que alguien sea débil, es todo lo contrario. Eres manso, pero no menso!
9. Autocontrol: El dominio propio es ser capaz de controlarse uno mismo. Es no dejar que nuestras pruebas y/o circunstancias nos hagan perder el control. Exhibe moderación, templanza y disciplina. Es elegir, bajo una presión significativa, perseguir lo importante en lugar de lo urgente. Es no dejar que la carne se enseñoree sobre tu vida.

Conclusión 

No son 12 frutos ni tampoco son 9. Sino es UN solo tipo de fruto con 9 sabores. Si fuera nueve frutos diferentes, pues cada creyente podría decidir de producir el o los fruto(s) de su preferencia. Tal vez íbamos a ver a más personas con gozo y paz que personas con amor y mansedumbre. Abrazarían lo que más les gusten y menospreciarían lo que mas les cueste. 
Pero, por lo contrario, al ser UN solo fruto; Dios mediante su Espíritu Santo nos reta para dar un fruto que lleva dentro todo lo mencionado a la vez. Debe haber un equilibrio proporcional, no puede haber compartimientos vacíos y otros rebosados. Además, Pablo agregó: “Contra tales cosas no hay ley”. Usted está libre de desarrollar un fruto de normal tamaño, grande o extravagante… no hay ley. Pero, repito, no puede faltar ninguna parte. Por tener una parte menos, ya no sabe igual. Pero tranquilo, hay una solución.

El fruto del Espíritu es el resultado o la evidencia de estar conectado en Cristo Jesús. No se confunde el fruto del espíritu con los dones del Espíritu (1 Corintios 12:1-11). Los dones son dados con el propósito de edificar creyentes, sin embargo, el fruto es producido con el propósito de desarrollar en nosotros una conexión o relación con Dios. 

Pero no estamos llamados a centrarnos en el fruto; estamos llamados a centrarnos en el Espíritu de Dios, el que produce el fruto. Cuida el árbol y el fruto saldrá en su tiempo como debe de ser. ¡No te des por vencido aun cuando no veas ninguna señal…sigue regando el árbol!

Las frutas salen cuando el árbol ya ha crecido y es suficiente maduro para brotar frutos. De igual manera, el fruto del Espíritu sale cuando alimentamos al Espíritu Santo de Dios y le dejamos crecer en nuestra mente y corazón. El agricultor u horticultor no sabe cómo entra el agua y la glucosa en la manzana, pero si saben que deben cuidar y regar al manzano.

No quería terminar pero...finalmente; En Dios todos somos iguales. Y se sabe que somos de Dios por el fruto que damos. Sea hombre o mujer, religioso o no; si tu dejas crecer el Espíritu Santo en ti, darás fruto digno del Espíritu, digno de un seguidor de Cristo, digno de ser llamado hijos o hijas de Dios. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca” (Lc 6,39-45).

Que Dios le Siga bendiciendo!
Hrno. Carl Success



viernes, 25 de febrero de 2022

Cómo Reconocer la Voz de DIOS?

 

Para escuchar la voz de Dios tienes que bajar el volumen del mundo

                        Autor desconocido

 

Muy cierto es. Vivimos en un mundo con tantas distracciones de todo índole, nos complica escuchar la dulzura voz de Dios que habla a nuestro espíritu o nuestra mente. El ruido de los problemas, preocupaciones o placeres es parte de las características de este mundo. Pues ¡Bajemos el volumen! Bajar el volumen del mundo es desconectarte paulatinamente de las cosas que te traen atareadas, distraídas y ocupadas sin tiempo para desarrollar una relación buena, agradable y perfecta con Dios. Bajar el volumen del mundo es desarrollar una rutina de oración y momento de silencio para escuchar a Dios. Bajar el volumen es perder la atención del eco y ruido fuerte-atractivo de lo que dice, pide, premia y reconoce el mundo. Es poner tu atención en cosas diferentes (cosas de Dios).


Dios llevaba tiempo hablándole a Samuel y este último no sabía reconocer la voz de Dios, por ende no sabía cómo escucharlo, pero hasta que llegue el momento en que Samuel le decía: “Habla, tu siervo te escucha” (1 Samuel 3:10), la relación entre Dios y Samuel cambió para siempre.

 

 


¿Cómo sé si es Dios o satanás o mi propio pensamiento? 

 

No todo lo que escuchamos es de Dios. Por eso es de suma importancia este tema de reconocimiento o discernimiento de la voz de Dios. Y para ello, hay que saber cómo habla Dios.

Además de saber cómo habla Dios, es muy importante que conozcamos a Dios, debemos pertenecer a Dios. Jesús dijo, “Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). 

 

Si tu eres una de las ovejas de Dios hermano mío, sabrás que:

  • La voz de Dios nunca nos va a decir que emprendamos ninguna actividad o acción que no sea consecuente o en acorde con las sagradas Escrituras.  

  • Nunca Dios nos va a pedir hacer algo en contradicción con su Palabra. 

  • La voz de Dios jamás incluye información alguna que pueda violar los principios de las escrituras. 

  • La voz de Dios casi siempre parece irracional o ilógica desde el punto de vista humano. Crea un conflicto con la sabiduría humana. 

  • Aunque exista excepciones, generalmente, cuando Dios nos pide algo habrá conflicto con lo que consideramos un curso de acción natural y razonable. (Mateo 5:39 Jesús nos pidió ofrecer la otra mejía o dar la milla extra, etc.) 

  • Dios jamás nos pedirá que hagamos algo que gratifique a la carne. 

  • Aunque Dios concede/cumple los deseos del corazón (salmos 37:4), pero, solo cuando van conforme a su voluntad y que no contradice su palabra.

  • Dios jamás nos pedirá hacer algo que afectará a los demás para nuestro bien personal. 

  • Dios siempre desafía nuestra fe. Lo pone a prueba. Al hacerlo edifica nuestra relación con él. 

  • Cuando Dios habla, su voz requerirá muchas veces un acto de valor (de fe) de nuestra parte. 

  • Hay que tener paciencia. Dios no está obligado a contestarte en el momento. 

  • Dios nunca nos pide que actuemos ciega y apresuradamente. Eso no es fe.

  • A Dios le interesa tener todos los detalles en regla, que nos detengamos a pensar antes de tomar una decisión. 

  • A satanás le interesa que tomemos la decisión apresuradamente, sin preocuparnos por las consecuencias. 

  • Dios quiere que tú pienses en el futuro antes de actuar, es Dios del día presente y a la vez del mañana. 

  • Satanás nos insta a vivir la vida, el presente, comer, beber y alegrarnos, pero no añade que “mañana moriremos y enfrentaremos el juicio”. 

  • Cuando Dios habla, su voz trae paz, seguridad y gozo. 

  • Después de escuchar la voz de Dios no debe de haber dudas y sin necesidad de convencer a nadie para creerte. 

  • Con frecuencia Dios nos insta a procurar el consejo de otras personas. 

  • Dios nunca nos pedirá que hagamos algo o pensemos en algo que nos pueda hacer retroceder espiritualmente. 


En conclusión, es obvio que para reconocer la voz de alguien hay que tener cierta cercanía o relación con él, es decir conocerlo. Y no hay mejor forma de conocer a Dios que por su palabra. Conocer la palabra de Dios es un privilegio y a la vez una fortuna. Por la palabra conocemos la verdad y, la verdad nos hace libres, y cuando hay libertad, hay gozo, paz, plenitud y vida. 

¡Dios le bendiga!