viernes, 25 de febrero de 2022

Cómo Reconocer la Voz de DIOS?

 

Para escuchar la voz de Dios tienes que bajar el volumen del mundo

                        Autor desconocido

 

Muy cierto es. Vivimos en un mundo con tantas distracciones de todo índole, nos complica escuchar la dulzura voz de Dios que habla a nuestro espíritu o nuestra mente. El ruido de los problemas, preocupaciones o placeres es parte de las características de este mundo. Pues ¡Bajemos el volumen! Bajar el volumen del mundo es desconectarte paulatinamente de las cosas que te traen atareadas, distraídas y ocupadas sin tiempo para desarrollar una relación buena, agradable y perfecta con Dios. Bajar el volumen del mundo es desarrollar una rutina de oración y momento de silencio para escuchar a Dios. Bajar el volumen es perder la atención del eco y ruido fuerte-atractivo de lo que dice, pide, premia y reconoce el mundo. Es poner tu atención en cosas diferentes (cosas de Dios).


Dios llevaba tiempo hablándole a Samuel y este último no sabía reconocer la voz de Dios, por ende no sabía cómo escucharlo, pero hasta que llegue el momento en que Samuel le decía: “Habla, tu siervo te escucha” (1 Samuel 3:10), la relación entre Dios y Samuel cambió para siempre.

 

 


¿Cómo sé si es Dios o satanás o mi propio pensamiento? 

 

No todo lo que escuchamos es de Dios. Por eso es de suma importancia este tema de reconocimiento o discernimiento de la voz de Dios. Y para ello, hay que saber cómo habla Dios.

Además de saber cómo habla Dios, es muy importante que conozcamos a Dios, debemos pertenecer a Dios. Jesús dijo, “Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). 

 

Si tu eres una de las ovejas de Dios hermano mío, sabrás que:

  • La voz de Dios nunca nos va a decir que emprendamos ninguna actividad o acción que no sea consecuente o en acorde con las sagradas Escrituras.  

  • Nunca Dios nos va a pedir hacer algo en contradicción con su Palabra. 

  • La voz de Dios jamás incluye información alguna que pueda violar los principios de las escrituras. 

  • La voz de Dios casi siempre parece irracional o ilógica desde el punto de vista humano. Crea un conflicto con la sabiduría humana. 

  • Aunque exista excepciones, generalmente, cuando Dios nos pide algo habrá conflicto con lo que consideramos un curso de acción natural y razonable. (Mateo 5:39 Jesús nos pidió ofrecer la otra mejía o dar la milla extra, etc.) 

  • Dios jamás nos pedirá que hagamos algo que gratifique a la carne. 

  • Aunque Dios concede/cumple los deseos del corazón (salmos 37:4), pero, solo cuando van conforme a su voluntad y que no contradice su palabra.

  • Dios jamás nos pedirá hacer algo que afectará a los demás para nuestro bien personal. 

  • Dios siempre desafía nuestra fe. Lo pone a prueba. Al hacerlo edifica nuestra relación con él. 

  • Cuando Dios habla, su voz requerirá muchas veces un acto de valor (de fe) de nuestra parte. 

  • Hay que tener paciencia. Dios no está obligado a contestarte en el momento. 

  • Dios nunca nos pide que actuemos ciega y apresuradamente. Eso no es fe.

  • A Dios le interesa tener todos los detalles en regla, que nos detengamos a pensar antes de tomar una decisión. 

  • A satanás le interesa que tomemos la decisión apresuradamente, sin preocuparnos por las consecuencias. 

  • Dios quiere que tú pienses en el futuro antes de actuar, es Dios del día presente y a la vez del mañana. 

  • Satanás nos insta a vivir la vida, el presente, comer, beber y alegrarnos, pero no añade que “mañana moriremos y enfrentaremos el juicio”. 

  • Cuando Dios habla, su voz trae paz, seguridad y gozo. 

  • Después de escuchar la voz de Dios no debe de haber dudas y sin necesidad de convencer a nadie para creerte. 

  • Con frecuencia Dios nos insta a procurar el consejo de otras personas. 

  • Dios nunca nos pedirá que hagamos algo o pensemos en algo que nos pueda hacer retroceder espiritualmente. 


En conclusión, es obvio que para reconocer la voz de alguien hay que tener cierta cercanía o relación con él, es decir conocerlo. Y no hay mejor forma de conocer a Dios que por su palabra. Conocer la palabra de Dios es un privilegio y a la vez una fortuna. Por la palabra conocemos la verdad y, la verdad nos hace libres, y cuando hay libertad, hay gozo, paz, plenitud y vida. 

¡Dios le bendiga!


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