Muchas veces pensamos que Dios no nos ha contestado, falso. Al contrario, no sabemos cómo escuchar a Él. Job 33:14 dice: Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende. Así que al decir que Dios no me ha contestado es más bien una equivocación; Dios nunca nos dejaría en visto sin contestarnos. Salmos 91:15 y Jeremías 33:3 nos dice que Dios responde si lo invocamos.
15 Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré.
3 Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Muchas veces no tenemos esa disposición de escuchar a Dios; cuando oramos, solamente hablamos y hablamos y nos vamos. No dedicamos ni un tiempo en silencio para escuchar la voz de Dios, sea audiblemente o a través de nuestro espíritu.
Para escuchar a Dios hay al menos 12 principios o características que debemos tener claro al acercarnos a Él:
Con expectación. Debemos anticipar que Él nos quiere hablar también. Dios nos quiere hablar para decirnos qué hacer, que proyectos tiene para nosotros, que direcciones tomar para solucionar nuestros problemas. Jeremías 33:3
Con quietud. Salmo 46:10; 62:5. Deja que él sea quién hable. Muchas veces nos limitamos a informarle lo que queremos, leer una lista de pedidos y nos levantamos y nos vamos. ¿Cómo puede Dios hablarnos si no nos damos tiempo para escuchar?
Con paciencia. Hay cosas que Él no nos va a decir instantáneamente. Algunas revelaciones especiales las oiremos únicamente después de haber esperado un poco de tiempo. Y, además, no está obligado a decirnos todo lo que queremos saber al momento que deseamos contar con la información.
Activamente. Colosenses 3:16. No solamente esperar sin hacer nada, sino activamente, meditando en su palabra. La meditación es una forma maravillosa en que podemos escuchar la voz de Dios en busca de orientación divina. Muchas veces leyendo y meditando su palabra encontramos la respuesta que buscábamos o esperábamos de Dios.
Con confianza. Debemos confiar que cuando escuchamos a Dios, oiremos lo que NECESITAMOS y no siempre será lo que DESEAMOS. Aunque Dios también cumple los deseos del corazón (salmo 37:4); Dios siempre nos va a comunicar lo que resulta esencial para nuestro andar con él. No poner en duda las respuestas de Dios.
Con la ayuda del Espíritu Santo. 1 Corintios 2:7-12. Juan 16:7-13. No hay modo de escuchar a Dios aparte del ministerio del Espíritu Santo. Una de las razones por las cuales Dios nos manda ser llenos del Espíritu es que no solo nos da el poder necesario para el servicio, sino también que ese Espíritu es esencial para que podamos oír a Dios. Si apagamos o contristamos al Espíritu Santo, no puede entregarnos el mensaje de Dios porque no estamos escuchando. Hay que pedir la ayuda del Espíritu Santo para abrir nuestro oído espiritual.
De manera receptiva. 2 Timoteo 3.16. Con mente abierta, sin prejuicio. Dispuesto a escuchar su corrección. No siempre obtendrás la respuesta que deseas.
Con atención. Estar atenta y alerta. Activa tu alarma espiritual.
Con cuidado. Antes de entrar algo a nuestra vida, deberíamos filtrarlo a través de las escrituras y eliminar todo lo que esté en contradicción con ellas.
Sumisamente. Habrá ocasiones en que lo que hable Dios a nuestro corazón, no nos va a gustar. No hay que ser rebelde. Dios no va a seguir hablando con alguien que no le va hacer caso, alguien que al final hará lo que quiera. El escuchar va de la mano con el obedecer.
Con agradecimiento. Filipenses 4.6-7. Deberíamos sentirnos agradecidos por lo que nos ha dado sin importar el futuro. Agradecido por haber dado a su Hijo Unigénito a la cruz. Agradecidos por la crucifixión, por la salvación, por la resurrección, por haber arrebatado el reino de las tinieblas y nos haya colocado en el de la luz. Agradecido por hasta donde Dios nos ha traído, por nuestra familia, etc.
Con reverencia. Es un honor tener como Padre al Creador de los cielos. Deberíamos asombrarnos el hecho de que podamos hablar con Dios, aquel que creó el universo y el mundo de la nada, el que creó todas las complejidades de la vida humana. Debería hacernos humildes la comprobación de que este mismo Dios omnipotente está dispuesto a escucharnos y dedicarnos su tiempo.
Impedimentos para escuchar
Si no has podido escuchar a Dios, el problema está al lado tuyo, no de Dios.
Hay 10 factores que contribuyen a crear grandes barreras entre nosotros y la voz de Dios.
No conocemos a Dios: muchos creyentes conocen a Cristo como Salvador, pero no han avanzado en el conocimiento de sus caminos y su carácter. Cuanto más entendamos quién es Dios, tanto más El podrá hablarnos.
Una pobre autoestima: ¿Por qué habría Dios de quererme hablar, si no soy predicador ni líder? La verdad es que somos salvos, somos santos y somos hijos del Dios viviente. Es natural que los padres quieran hablar con sus hijos...Tenemos que vernos como Dios nos ve, es decir, como hijos que necesitan que Él les hable, que necesitan escuchar, que necesitan orientación todos los días para vivir.
Un falso sentimiento de culpa: Existe 2 tipos de culpa; culpa verdadera (cuando el espíritu santo nos corrige o llama la atención) y la culpa falsa (cuando el diablo nos acusa) la última te hace huir de Dios, te da pena o vergüenza de ni siquiera pedir perdón. Está mal cuando sientes que por tus pecados Dios ya no te quiere, no te quiere hablar o no te va a perdonar.
La manía de estar atareados. Nunca tienes tiempo.
La incredulidad: Mucha gente no cree que Dios habla hoy. Dios no se limita a hablar con una pequeña élite. Estamos todos en la misma categoría cuando se trata de que Él nos hable y nosotros escuchemos.
Enojo divinamente dirigido. Cuando nos enojamos con Dios por algunas situaciones que nos ha permitido vivir. Las emociones descontroladas hacen que resulte imposible recibir mensajes de parte del señor.
Ocultar el pecado: ocultar pecado no es lo mismo que cometerlo. Ocultar un pecado significa saber que existe en nuestra vida y que Dios ha puesto el dedo en el mismo, y que, sin embargo, no nos ocuparemos de resolver el problema. Ocultar el pecado, nubla nuestra visión, divide la mente y tapona los oídos.
Un espíritu rebelde: Dios le habla al de corazón rebelde para que se arrepienta de su pecado, pero si no hay ningún cambio, se niega a hablarle sobre otros asuntos. La rebeldía obstaculiza la penetrante voz de Dios. Dios puede actuar ante nuestra renuencia cambiando nuestros deseos o perspectivas, pero la rebeldía es otra cosa.
Rechazo a los mensajeros de Dios: Dios puede usar el esposo, la esposa, el pastor, etc. Quizá no nos guste el vaso o la situación por la cual nos habla, pero si escuchamos, cumplirá su propósito, y eso es lo que realmente importa.
Oyentes inexpertos: Por falta de experiencia muchas veces no podemos escucharlo. Tenemos que adiestrarnos para poder escucharlo. Algunos somos muy parecidos a Samuel: Dios tiene que hablarnos varias veces antes de que por fin lo reconocemos. Aún si no sabemos con seguridad la voz de Dios, hay que dar un paso de fe, él se encargará del resto.
Conclusión
Claro, no es tarea fácil, pero si se puede. Si otros lo han hecho también podemos. Escuchar a Dios es un privilegio y una garantía de éxitos. Hagamos que eso no sea una rutina sino un carácter de nosotros. Recuerda que es más importante el obedecer que el escuchar la voz de Dios. De nada sirve si escuchamos y hacemos oídos sordos. Dios le bendiga!
Nota: Basado en el libro del pastor Dr. Charles Stanley
“Como escuchar la voz de Dios”
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