sábado, 25 de diciembre de 2021

CÓMO HABLA DIOS HOY EN DIA?

 


Una cosa es saber cómo escuchar a Dios y otra, saber cómo habla Dios. Están muy relacionadas y, ambas son de gran importancia. El entender uno facilita implícitamente el entendimiento del otro. Es decir, si yo sé cómo habla Dios me es más fácil saber escucharlo y, si sé cómo escucharlo implica que sé cómo Él habla.
 
Mucha gente piensa que Dios ya no habla al hombre hoy en día, porque ya no existen los profetas como Moisés, Elias, Ezekiel, etc. Pues, puede ser que cambie  sus maneras de hablarnos, pero sigue hablando al hombre, porque él no cambia. Santiago 1:17 “Dios es siempre el mismo: en él no hay variaciones ni oscurecimientos…”  Conforme el hombre y las sociedades evolucionan, Dios ha usado maneras diferentes y adecuadas para comunicarse con el hombre; usted lo puede constatar. Con esto, tampoco quiero decir que ya no use los profetas de hoy.
 
Dios habla de diferentes maneras pero, necesita que le contestemos. La comunicación es nula cuando una sola persona habla y la otra se limita a escuchar o ni siquiera escucha en ocasiones. Dios nos habla todavía, igual como en los tiempos pasados porque: 
  • Quiere desarrollar una relación de amor que consista en una conversación entre dos personas. 
  • Él sabe que necesitamos su dirección de manera clara y concreta para nuestra vida, nuestro andar diario, así como la requerían Josué, Moisés, Jacob, Noe, etc. 
  • Él sabe que necesitamos consuelo y certidumbre tanto como los creyentes de la antigüedad. 
  • Él quiere que le conozcamos, lo más importante. 
 


SUS MANERAS DE HABLAR 
No siempre Dios habla de la misma manera a todos. Pero los motivos pueden ser los mismos. 
  1. Habla por medio de sueños o visiones. 
  2. Habla mediante revelaciones directas.
  3. Habla por medio de sus palabras escritas (la biblia), también en algunos casos, de manera audible (como lo hizo con Saulo de Tarso, Balaam, Abraham, etc.) 
  4. Habla por medio de sus profetas
  5. Habla por medio de las circunstancias. Pueden ser de varias formas: un fracaso, un éxito, una promoción inesperada, una tragedia, un desengaño, bendiciones excesivas, etc. Todas las circunstancias son para hablarnos. 
  6. Habla por medio de ángeles (como lo fue con María y José, con Zacarias y Elizabeth, Gedeón, etc.) 
  7. Habla por medio del Espíritu Santo (un ejemplo es con Jesús, con Pablo, hechos 16: 6-7) Hay quien lo relaciona como una voz interna, la conciencia. Mientras que no vayas en desacuerdo con la palabra de Dios, porque Dios nunca te va a decir algo que va en contra de su palabra.
  8. Habla de manera indirecta por medio de otras personas. (el pastor, un hermano de la iglesia, etc) Tú puedes ser instrumento que Dios utiliza para revelarse, por eso, debemos ser cautelosos con lo que decimos, analizar con sobriedad nuestros diálogos con otros. 
  9. Habla en silencio. A veces ya tenemos la respuesta y seguimos preguntando a Dios, buscando lo que deseamos escuchar o que las decisiones de Dios se cambien; y el cielo guarda silencio. Balaam tenía la respuesta de Dios, pero quería volver a consultarlo a ver si cambia de parecer; Jesús sobre la cruz experimentó ese momento de silencio, cuando decía: “Papá por qué me has abandonado
  10. Otras maneras como: por medio de las tecnologías, la música, una película, la naturaleza, etc. 

FACTORES QUE DETERMINAN LA FORMA EN QUE DIOS SE COMUNICA 

Hay 3 factores principales que influyen significativamente sobre el contenido de lo que Dios comunica a sus hijos. 

  1. Nuestra relación con él.  Nuestra relación con Dios afecta lo que oímos cuando oramos y escuchamos. El único mensaje que puede recibir el incrédulo de parte de Dios es sobre la salvación; que siendo un pecador tiene que buscar a Jesús como su Salvador. Mientras esa persona no conozca a Cristo como su Mesías, no oirá la voz de Dios hablándole de otro tema. En este caso Dios usará alguna otra manera indirecta.

  2. Nuestra comprensión de él. Nuestro entendimiento afecta lo que oímos de Dios también. De manera inconsciente aceptamos puntos de vista basados fundamentalmente en lo que nos enseñaron otros desde la infancia (padres, maestros y predicadores). Nuestra percepción de Dios hoy todavía se compone en buena medida de lo que ellos entendían. La imagen de un Dios dominador, exigente que castiga y reprende si no hacemos las cosas bien. Acercamos con miedos, avergonzados, sintiéndonos condenados, culpables y llenos de frustraciones, temores y ansiedades; en otros casos, hay quienes se dan por vencidos, ya ni se acercan a él...todo eso es porque la noción que tienen de Dios ha sido distorsionada por la actitud, el comportamiento o la enseñanza de otros.

Abrimos una paréntesis: 

- Dios es un Padre amante que nos perdona siempre, no es exigente, es paciente. Miqueas 7:18 ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en la misericordia.  Se deleita significa que le encanta, le complace tener misericordia, le complace perdonar… Eso no es algo común sobre la tierra.

- El Dios de la Biblia nos ama incondicionalmente (repito, sin condición). No hay nada que podamos hacer o debamos dejar de hacer para que nos ame más. Él nos amó primero, así como somos. Este amor, sí, es sobrenatural. No significa, por ende, que vamos o podemos hacer lo que nos pega la gana, si es así, no entendamos el evangelio ni el sacrificio que hizo Jesús por nosotros. Citas sobre el amor de Dios (1 juan 4: 8, 11, 19, jeremías 31:3, Mateo 5:46, romanos 5:8, efesios 1:4, 1 corintios 13:4-5) 

- Dios es un guía paciente, no es airado. Aunque pueda castigarnos a fin de que regresemos a la ruta, en ninguna parte de la Biblia dice que Dios se enoja cuando uno de sus hijos se extravía. Dios no se enoja, se entristece.

- Dios es un sustentador fiel. Cuando todo el mundo nos abandona, podemos contar con Él. Cuando nadie está dispuesto a permanecer a nuestro lado, allí está él. Es veraz, confiable y consecuente. Es igual que el padre del hijo pródigo. 

- El Dios de la Biblia es alguien ante quien podemos presentarnos sabiendo que nos va a recibir con paciencia y comprensión. No es un criticón ni estricto e intransigente. No nos reprende ni nos hace sentir insignificantes porque no logramos el nivel esperado. Tampoco significa, pasar por alto el pecado. ¿Acaso un padre amante destruye a su hijo cuando se porta mal? 

  1. Nuestra actitud hacia él. Una actitud de rebeldía, de indiferencia y de orgullo afecta lo que oímos de él. 

  • Primero, nuestra actitud debe ser sumisa. Debemos estar dispuestos a llevar a cabo cualquier tarea que nos proponga. 

  • Nuestra actitud debe ser de confianza. Debemos de estar convencidos de que Dios nos va a llevar en la dirección correcta. 

  • Nuestra actitud debe ser agradecida. Aunque ayer haya sido un desastre, debemos de trasponer los portales de Dios con agradecimiento y alabanza. 

Dios no va a seguir hablando con alguien que no le va a hacer caso, que no obedece; pues en este caso usará alguna otra manera indirecta.


SUS PROPÓSITOS AL HABLARNOS 

Dios no dice nada a menos de que sea importante y digno de ser recordado. Cuando habla, lo hace de forma precisa y concisa. Cuando la voz de Dios nos parece poco clara, se debe a que generalmente hay algo en nuestra vida que nos impide oír su voz. 

 

Su primer propósito de comunicarnos es: 

  1. Que comprendamos la verdad. Y eso no será posible sin el espíritu santo (1 corintios 2:9-14). ¿Pero cuál verdad?  

  • La verdad acerca de Él mismo (para entender y abrazar su majestad, su santidad, su poder, su amor, su gracia y su gozo). 

  • La verdad acerca de nosotros mismos (nuestra posición, nuestra importancia a los ojos del Padre, nuestros privilegios sobrenaturales como hijos). 

  • La verdad acerca de otras personas (que las veamos no como lo ve el mundo sino como instrumentos elegidos y creaciones suyas). 

  1. Que seamos conformados con su verdad. Romanos 8: 29.  No habla para entretenernos ni para ser oidores pasivos, sino hacedor de su palabra. Hemos de escuchar a fin de comprender, y hemos de comprender a fin de ser moldeados y conformados a su verdad. 

  2. Que comuniquemos su verdad. Mateo 28:19-20. Él nunca nos da algo para que lo reservamos para nosotros. Ya sea dinero, discernimiento o la verdad; ha de ser compartido o al menos dar testimonio de Él. 2 Timoteo 2:2, 2 corintios 5:20 


Conclusión: 

Hermano, usted no puede limitar a Dios de cómo hablarle, Él es grande, ingenioso, emprendedor, inteligente…sabrá la manera adecuada para hablarle en el lugar y momento correcto. Es de nuestra parte, estar atentos de cómo escuchar a ÉL.



                            Nota: Basado en el libro del pastor Dr. Charles Stanley “Como escuchar la voz de Dios”

viernes, 17 de diciembre de 2021

Es bíblico la Meditación?


 

Referencias biblicas:

Salmos 1:1-3, Salmos 19:14, Salmos 104:34, Filipenses 4:8, 2 Timóteo 2:7, 

Salmos 16:8, Salmos 63:6, Salmos 119:15-16, Josué 1:8, Salmos 77:12, 

Salmos 143:5, Salmos 145:5, etc.

 

La meditación es parte fundamental de la biblia, pero, en la actualidad su uso se ha limitado principalmente a la práctica de las religiones orientales, y para el cristiano, ha sido arrojada a una esfera casi obsoleta y prohibida. 

Muchas veces la biblia se ha referido a la meditación. Meditar en la palabra de Dios. Cierto es, no hay que confundir la meditación que la Biblia nos invita a hacer con la práctica oriental que hoy en día muchos están practicando como deportes o ejercicios de relajación. 

La finalidad de la meditación es conocer más a Dios, estar en su presencia, tener comunión con Él y escuchar Su voz. Lo que nos conviene ya que, estar en su presencia trae paz y tranquilidad. 

Lo importante es que estemos a solas con el Señor para descubrir su dirección y su propósito para nuestra vida. 

 

Beneficios de la meditación: 

  • La dirección personal, la sabiduría, el discernimiento, una visión clara y una obediencia agudizada. (Salmo 119:97-100) 

  • Prosperidad y bendiciones (todo te saldrá bien). Josué 1:8  

  • Una nueva perspectiva. Las cosas que nos preocupan pierden su importancia. 

  • La paz. Juan 14:27 

  • Una actitud positiva. No podemos esperar que llegue mañana para levantarnos a ver lo que Dios hará en nuestra vida... 

  • La intimidad personal. 

  • La purificación. 

  • La pasión por la obediencia. El hombre sin educación que sabe meditar en el Señor ha aprendido más que aquel con mucha educación que no sabe meditar. 

 

La meditación es la forma en que Dios corona nuestra vida del éxito suyo y da prosperidad de alma, espíritu y cuerpo. Es también un catalizador para vivir obediente. 

La esencia de la meditación consiste en un periodo de tiempo apartado para contemplar al señor, escuchar su voz y dejar que el sature nuestro espíritu. 

La meditación es simplemente cuestión de dedicar nuestro tiempo a disfrutar rica comunión con nuestro Señor y Salvador personal. 

 

Nuestro espíritu se nutre de la sagrada palabra de Dios, es decir, la palabra es el pan, pero el pan no se como todo entero, sino en pedazos o bocadillos y, eso se obtiene con la meditación.

 


 

4 principios para meditar 

  1. Revisar el pasado. 

Porque al hacerlo veremos patrones que Dios ha entretejido en nuestra vida. Recordar el pasado es una manera de agradecer, de no ser ingrato a todo lo que él había hecho por ti, tu familia o nación. David lo hizo en 2 Samuel 7:18; 

  1. Reflexionar sobre Dios 

Al comenzar a reflexionar acerca de Dios, deberíamos considerar tres facetas: Su grandeza, su gracia y su bondad. David lo hizo en 2 Samuel 7: 19-21; A la luz de la presencia y la grandeza de Dios nada es imposible en nuestra vida. Nuestras cargas se disipan en su misma presencia. 

  1. Recordar las promesas de Dios 

En las escrituras, el Señor nos ha prometido paz, refugio, provisión o sustento y protección. Estas promesas son propiedad de cada uno de sus hijos. Cuando meditamos en Dios y recordamos lo que nos promete en su palabra, nuestra fe aumenta y nuestros temores se disuelven. David también lo sabía 2 Samuel 7:28 

  1. Hacer un pedido 

No debemos limitarnos solamente a escuchar, también hay lugar para pedir algo. David también lo entendía 2 Samuel 7:29 

No limitarse a pedir a Dios que bendiga a su familia; pídele su perpetuo favor para permanecer en su camino, etc. 

 

Requisitos o principios para meditar: 

  • Fijar un periodo de tiempo: desde algunos minutos a horas. 

  • La quietud. Nos lleva al punto donde podemos concentrarnos. Salmo 46:10 “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. 

  • El aislamiento. Dios quiere estar a solas con nosotros porque quiere nuestra atención total y completa. Marcos 1:35 El Señor Jesucristo también lo hacía. 

  • El silencio. Hay ocasiones él quiere que estemos sentados en su presencia en silencio. No siempre que seamos nosotros los que hablen. Isaías 30:15 

  • El autocontrol. Es posible que tengamos la sensación de que no pasa nada exteriormente. El hecho de que no podamos detectar cómo obra Dios no significa que no esté actuando. 1 corintios 9:27,  

  • Crear una rutina. Tomar medidas concretas cada día para controlar su mente, su cuerpo y su vida. Proverbios 8:34 

  • La postura: a Dios no le interesa la posición o postura que adopte nuestro cuerpo, sino la posición que adopta de nuestro corazón. 

  • La sumisión. Humillarse delante de él. La rebelión es la antítesis de la sumisión. La actitud de entrega total, resulta vital para escuchar lo que Dios tiene para decir. Santiago 4:10 


En fin, son decenas los versículos que hablan de la meditación. En el salmo 1:1-3 Dios nos invita a meditar en su palabra día y noche.

CÓMO ESCUCHAR A DIOS?

 

Muchas veces pensamos que Dios no nos ha contestado, falso. Al contrario, no sabemos cómo escuchar a Él. Job 33:14 dice: Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende. Así que al decir que Dios no me ha contestado es más bien una equivocación; Dios nunca nos dejaría en visto sin contestarnos. Salmos 91:15 y Jeremías 33:3 nos dice que Dios responde si lo invocamos.

15 Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré.

Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.


Entonces, ¿Cómo escuchar a Dios? Dios llevaba tiempo hablándole a Samuel y este último no sabía reconocer la voz de Dios, por ende no sabía cómo escucharlo, pero hasta que llegue el momento en que Samuel le decía: “Habla, tu siervo te escucha” (1 Samuel 3:10), la relación entre Dios y Samuel cambió para siempre.

Muchas veces no tenemos esa disposición de escuchar a Dios; cuando oramos, solamente hablamos y hablamos y nos vamos. No dedicamos ni un tiempo en silencio para escuchar la voz de Dios, sea audiblemente o a través de nuestro espíritu.


Para escuchar a Dios hay al menos 12 principios o características que debemos tener claro al acercarnos a Él:

 

  • Con expectación. Debemos anticipar que Él nos quiere hablar también. Dios nos quiere hablar para decirnos qué hacer, que proyectos tiene para nosotros, que direcciones tomar para solucionar nuestros problemas.  Jeremías 33:3  

  • Con quietud. Salmo 46:10; 62:5. Deja que él sea quién hable. Muchas veces nos limitamos a informarle lo que queremos, leer una lista de pedidos y nos levantamos y nos vamos. ¿Cómo puede Dios hablarnos si no nos damos tiempo para escuchar? 

  • Con paciencia. Hay cosas que Él no nos va a decir instantáneamente. Algunas revelaciones especiales las oiremos únicamente después de haber esperado un poco de tiempo. Y, además, no está obligado a decirnos todo lo que queremos saber al momento que deseamos contar con la información. 

  • Activamente. Colosenses 3:16. No solamente esperar sin hacer nada, sino activamente, meditando en su palabra. La meditación es una forma maravillosa en que podemos escuchar la voz de Dios en busca de orientación divina. Muchas veces leyendo y meditando su palabra encontramos la respuesta que buscábamos o esperábamos de Dios.

  • Con confianza. Debemos confiar que cuando escuchamos a Dios, oiremos lo que NECESITAMOS y no siempre será lo que DESEAMOS. Aunque Dios también cumple los deseos del corazón (salmo 37:4); Dios siempre nos va a comunicar lo que resulta esencial para nuestro andar con él. No poner en duda las respuestas de Dios.

  • Con la ayuda del Espíritu Santo. 1 Corintios 2:7-12. Juan 16:7-13. No hay modo de escuchar a Dios aparte del ministerio del Espíritu Santo. Una de las razones por las cuales Dios nos manda ser llenos del Espíritu es que no solo nos da el poder necesario para el servicio, sino también que ese Espíritu es esencial para que podamos oír a Dios. Si apagamos o contristamos al Espíritu Santo, no puede entregarnos el mensaje de Dios porque no estamos escuchando. Hay que pedir la ayuda del Espíritu Santo para abrir nuestro oído espiritual.

  • De manera receptiva. 2 Timoteo 3.16. Con mente abierta, sin prejuicio. Dispuesto a escuchar su corrección. No siempre obtendrás la respuesta que deseas.

  • Con atención. Estar atenta y alerta. Activa tu alarma espiritual.

  • Con cuidado. Antes de entrar algo a nuestra vida, deberíamos filtrarlo a través de las escrituras y eliminar todo lo que esté en contradicción con ellas. 

  • Sumisamente. Habrá ocasiones en que lo que hable Dios a nuestro corazón, no nos va a gustar. No hay que ser rebelde. Dios no va a seguir hablando con alguien que no le va hacer caso, alguien que al final hará lo que quiera. El escuchar va de la mano con el obedecer.

  • Con agradecimiento. Filipenses 4.6-7. Deberíamos sentirnos agradecidos por lo que nos ha dado sin importar el futuro. Agradecido por haber dado a su Hijo Unigénito a la cruz. Agradecidos por la crucifixión, por la salvación, por la resurrección, por haber arrebatado el reino de las tinieblas y nos haya colocado en el de la luz. Agradecido por hasta donde Dios nos ha traído, por nuestra familia, etc. 

  • Con reverencia. Es un honor tener como Padre al Creador de los cielos. Deberíamos asombrarnos el hecho de que podamos hablar con Dios, aquel que creó el universo y el mundo de la nada, el que creó todas las complejidades de la vida humana. Debería hacernos humildes la comprobación de que este mismo Dios omnipotente está dispuesto a escucharnos y dedicarnos su tiempo.  

 

Impedimentos para escuchar 

Si no has podido escuchar a Dios, el problema está al lado tuyo, no de Dios. 

Hay 10 factores que contribuyen a crear grandes barreras entre nosotros y la voz de Dios. 

  1. No conocemos a Dios: muchos creyentes conocen a Cristo como Salvador, pero no han avanzado en el conocimiento de sus caminos y su carácter. Cuanto más entendamos quién es Dios, tanto más El podrá hablarnos. 

  1. Una pobre autoestima: ¿Por qué habría Dios de quererme hablar, si no soy predicador ni líder? La verdad es que somos salvos, somos santos y somos hijos del Dios viviente. Es natural que los padres quieran hablar con sus hijos...Tenemos que vernos como Dios nos ve, es decir, como hijos que necesitan que Él les hable, que necesitan escuchar, que necesitan orientación todos los días para vivir. 

  1. Un falso sentimiento de culpa: Existe 2 tipos de culpa; culpa verdadera (cuando el espíritu santo nos corrige o llama la atención) y la culpa falsa (cuando el diablo nos acusa) la última te hace huir de Dios, te da pena o vergüenza de ni siquiera pedir perdón. Está mal cuando sientes que por tus pecados Dios ya no te quiere, no te quiere hablar o no te va a perdonar.

  1. La manía de estar atareados. Nunca tienes tiempo.

  1. La incredulidad: Mucha gente no cree que Dios habla hoy. Dios no se limita a hablar con una pequeña élite. Estamos todos en la misma categoría cuando se trata de que Él nos hable y nosotros escuchemos. 

  1. Enojo divinamente dirigido. Cuando nos enojamos con Dios por algunas situaciones que nos ha permitido vivir. Las emociones descontroladas hacen que resulte imposible recibir mensajes de parte del señor. 

  1. Ocultar el pecado: ocultar pecado no es lo mismo que cometerlo. Ocultar un pecado significa saber que existe en nuestra vida y que Dios ha puesto el dedo en el mismo, y que, sin embargo, no nos ocuparemos de resolver el problema. Ocultar el pecado, nubla nuestra visión, divide la mente y tapona los oídos. 

  1. Un espíritu rebelde: Dios le habla al de corazón rebelde para que se arrepienta de su pecado, pero si no hay ningún cambio, se niega a hablarle sobre otros asuntos. La rebeldía obstaculiza la penetrante voz de Dios. Dios puede actuar ante nuestra renuencia cambiando nuestros deseos o perspectivas, pero la rebeldía es otra cosa. 

  1. Rechazo a los mensajeros de Dios: Dios puede usar el esposo, la esposa, el pastor, etc. Quizá no nos guste el vaso o la situación por la cual nos habla, pero si escuchamos, cumplirá su propósito, y eso es lo que realmente importa.  

  1. Oyentes inexpertos: Por falta de experiencia muchas veces no podemos escucharlo. Tenemos que adiestrarnos para poder escucharlo. Algunos somos muy parecidos a Samuel: Dios tiene que hablarnos varias veces antes de que por fin lo reconocemos. Aún si no sabemos con seguridad la voz de Dios, hay que dar un paso de fe, él se encargará del resto. 

 

Conclusión

Claro, no es tarea fácil, pero si se puede. Si otros lo han hecho también podemos. Escuchar a Dios es un privilegio y una garantía de éxitos. Hagamos que eso no sea una rutina sino un carácter de nosotros. Recuerda que es más importante el obedecer que el escuchar la voz de Dios. De nada sirve si escuchamos y hacemos oídos sordos. Dios le bendiga!


Nota: Basado en el libro del pastor Dr. Charles Stanley

                                                                                                               “Como escuchar la voz de Dios”