“El progreso casi no cuenta pero cuenta mucho”
Intro
Vivimos en un mundo donde lo que importa es el logro, el resultado final. La gente celebra la inauguración pero no la iniciación, la cosecha pero no la siembra, celebran al último. Pasan por desapercibido todos los tiempos, esfuerzos, altibajos y contratiempos que tuvieron que enfrentar durante la construcción del proyecto; en otras palabras: el proceso. Tanto es así, que en el ámbito político tendemos a dar más créditos a un gobierno que inaugura una infraestructura no terminada de la administración anterior, sin dar créditos también a los iniciadores.
Los cristianos, esta cultura de celebrar al último, también la llevamos en nuestra relación con Dios. Casi siempre celebramos la promesa, el logro o la bendición que Dios nos ha dado, pero olvidamos el proceso. Decimos cuando las cosas cambien, cuando salga de este problema, cuando vea mi rompimiento, cuando me cure de esta enfermedad, cuando tenga un buen trabajo…voy a dar la gloria, alabar y agradecer a Dios. Mientras que sabemos que los cambios se dan paso a paso, etapa por etapa, es todo un proceso para llegar a lo deseado. ¡Que tal si empezamos a agradecer y celebrar los pasos que hemos dado, las etapas que hemos cambiado! Es decir el progreso. Dejamos todo para el final, lo que ha sido un gran error de nuestra parte y el enemigo lo ha usado en nuestra contra.
Desarrollo
El progreso cuenta mucho. Los cristianos, necesitamos desarrollar una cultura de celebración que es a la vez una poderosa arma contra el enemigo. Cuando digo celebrar me refiero a: agradecer, alabar y glorificar a Dios. Es también, estar alegre, sin dejar de orar y estar agradecido en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo (1 Tesalonicenses 5: 16-18). Hay que empezar a celebrar el progreso. A cada paso que damos celebramos, a cada escalón que subimos celebramos, a cada fase que cambiamos celebramos. Sabiendo que no estábamos ahí, nos estamos acercando a la promesa. Muchas veces nos enfocamos en lo mucho que nos falta para alcanzar la meta pero no miramos hacia atrás para ver el larguísimo camino que ya hemos recorrido gracias a Dios para estar donde estamos. Aunque todavía no hemos llegado, hay que celebrar el progreso.
Si no hay proceso no hay progreso. Muchas veces después del servicio de domingo donde habíamos escuchado felizmente promesas de Dios pero llegando a la casa o en el trabajo vivimos otra realidad, es el proceso.
El proceso es el camino a seguir para llegar a una meta. Es la práctica o evaluación de lo aprendido, de nuestra fe. Cada promesa tiene un proceso a seguir para conseguirla. La promesa es emocionante, reconfortante, motivante, pero cuando hacemos frente al proceso tendemos a olvidarla. Eso es porque durante el proceso el enemigo (los obstáculos, los muros, las cadenas, los ataques…) juega sus últimas cartas. Si no somos prudentes e inteligentes, el enemigo nos puede confundir y hacernos creer que la promesa no es real.
Se predican, cantan y enseñan acerca de las promesas de Dios, pero pocas veces acerca del proceso. Y claro es difícil de hacerlo, porque el proceso no es universal, cada uno puede pasar por un proceso distinto para lograr una misma promesa. A uno poco tiempo le basta y al otro un poco más largo.
A cada problema hay una solución. Las promesas de Dios son soluciones. Pero del problema a la promesa hay un largo camino que se llama el proceso y este último se supera con el progreso.
No se si a alguien le ha pasado que después de haber escuchado una predicación o leer un pasaje, y luego le pasan cosas para ponerse a pruebas de lo que habías escuchado o leído. Los procesos bien adaptados fortalecen la fe. Si nunca has tenido problemas, nunca tuviste que cruzar las aguas o pasar por el fuego jamás entenderás la promesa de que Dios estará contigo en medio de las tormentas.
Celebrar la bondad de Dios aunque no hayas visto la luz al final del túnel. No guardes tus alabanzas hasta que veas cumplir la promesa de Dios en tu vida, dárselas desde en el progreso. Si notas algún progreso alaba a Dios!
Hermano en Cristo, es en el medio del proceso donde Dios sacará lo mejor de nosotros. Por eso, en el desierto, el caos o el proceso es donde se adora, se hace fiesta y se celebra. Le recomiendo escuchar esta canción “El proceso” de Nancy Amancio.
Conclusion
No sabes cual impacto tiene el alabar a Dios durante la adversidad. El enemigo no entiende el porqué y está muy frustrado. Imagínate un opresor que está castigando a su cautivo, y ve que esta persona está más feliz que nunca. Se enfurecería mucho. Los resultados o reacciones no deseados no son aceptables para nadie. El enemigo entiende muy bien el proceso y es ahí donde juega su última carta. Nosotros al entenderlo también, por favor, jugamos nuestras cartas: el celebrar, confiar, perseverar… en Dios.
¿No has pensado qué te has tardado demasiado en celebrar la bondad de Dios en tu vida? Que esperas para empezar hoy mismo..
Hermano estás tan cerca para abandonar ahora. Has luchado tanto para abandonar ahora. Has orado tanto para abandonar ahora. Siga confiando en las promesas de Dios celebrando en cada momento. No esperes a nadie para decirte que lo has logrado, que has progresado…créalo tú mismo, celébralo tú mismo!
Has perdido tu trabajo ciertamente estás pasando por un duro proceso, pero ahora que tienes más tiempo libre alaba más a Dios, tu negocio aún no está donde quisieras alaba a Dios porque sigue en pie, Dios no te ha contestado alaba y agradece en la espera, no has visto tu rompimiento alaba…cuando celebras durante el proceso, estás ganando una batalla sin darte cuentas; Estás conquistando tu Jericó sin pelear.
La ciudad de Jericó estaba “bien cerrada” nadie entraba ni salía (Josué 6:1). A veces podemos sentir que al igual que Jericó nuestras promesas están “bien cerradas” o inadmisibles, que nunca las podremos alcanzar; Que a estos pasos que vamos, con estos recursos y herramientas que poseemos no las lograremos. Pero recuerda que el que hizo la promesa es digno y poderoso para cumplirla.
Aunque no veas la mano de Dios tocando a tu muro de Jericó, haz lo que te corresponde, camina en el proceso (dar las vueltas) celebra los progresos que has hecho (cada vuelta es un paso más en la conquista de Jericó) en su momento verás la gloria de Dios.
¡Que Dios te bendiga!
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